Cuando Francisco Pizarro funda la capital virreinal en el valle del Rímac, existían más de 20 mil hectáreas fértiles, regadas por un sistema hidraúlico extraordinario. Los asentamientos de las culturas Lima e Ichma ocupaban sabiamente arenales, lomas, desiertos, andenes respetando el trazo agrícola que representaba la vida.
En cinco siglos, hemos depredado los valles del Rímac, Chillón y Lurín, que en conjunto representaban más de 50 mil hectáreas. Hoy solo queda la décima parte y ríos convertidos en cloacas. El 10% de la basura que Lima produce diariamente va a los ríos y chancherías.
En ese contexto es admirable que la Autoridad Nacional del Agua (ANA), mediante un convenio con el Ministerio de la Tierra de Corea del Sur haya promovido la formulación del Plan Maestro para la Restauración del Río Rímac, culminado hace poco, después de 3 años.
El diagnóstico es terrible: 260 fuentes contaminantes en la cuenca alta que son esencialmente pasivos ambientales mineros y residuos sólidos, 336 en la cuenca media que son aguas residuales (desagües) y residuos sólidos y 589 en la cuenca baja que es básicamente urbana; que son desagües, y residuos sólidos.
El Plan Maestro garantizará que al 2024, Lima tenga un río urbano descontaminado. Es ese el camino que han transitado ya ciudades del mundo que cuentan con cursos de agua emblemáticos y vitales, como Guayaquil, Medellín, Cuenca, Santiago de Chile o Bilbao.
Para el caso de Lima se plantean cinco represas en la cuenca alta, una planta industrial de reúso y limpieza en el río Huaycoloro que es un gran contaminador, un centro de investigación y monitoreo del Rímac y finalmente una planta desalinizadora de agua de mar en Taboada. Es un proyecto de US$ 1.005 millones para beneficiar a 10 millones de limeños y chalacos, que dispone de un préstamo del gobierno de Corea del Sur con una tasa de interés de 2,5% anual, para pagar en 40 años con un período de gracia de 15 años. Casi regalado.
Esperamos que el actual Gobierno lo asuma. La ciudad empezaría a desarrollar un nuevo perfil urbano del que adolece: dar la cara a sus recursos naturales, río y mar.
¿Por dónde empezar? El Plan Maestro ha priorizado un proyecto piloto elaborado por el equipo coreano, la ANA, y la Municipalidad de Lima que plantea la posibilidad de generar un gran parque lineal de 3 km de extensión en las márgenes derecha e izquierda del río Rímac. Favorece a San Juan de Lurigancho y Ate-Vitarte en la zona menos contaminada, generando un gran espacio público de más de 30 ha. Con el agua como idea temática, y un frente inmobiliario de vivienda y ciudad digital se devolvería a la urbe el sentido de pertenencia de sus ríos.
Puede ejecutarse bajo la modalidad de una alianza público-privada, en la que el municipio aportaría sus competencias de calificación de suelo, premiando la participación del privado que promueve un espacio público. Una nueva forma de hacer ciudad.